Cerca de cierto distrito de oficinas, en un rincón de una zona comercial y en un edificio con multitud de plantas, se puede encontrar en su primera planta cierto restaurante. El local tiene 70 años de antigüedad y un cartel con un gato nos indica su nombre: “Cocina Occidental Nekoya”. Este restaurante parece completamente normal durante casi toda la semana, pero los sábados abre de forma exclusiva para unos clientes muy particulares. Durante esas horas de los sábados, puertas desde varios mundos paralelos se abren en el restaurante y permiten que clientes de todo tipo de razas y culturas accedan al lugar. Este “Restaurante a Otro Mundo” y su comida son un encanto exótico para estos clientes tan particulares. Una tierna historia de encuentros únicos en la vida entre nuestra realidad y otro mundo, entre los clientes del restaurante y quienes lo regentan, y de la comida que comparten entre ellos.
Cerca de cierto distrito de oficinas, en un rincón de una zona comercial y en un edificio con multitud de plantas, se puede encontrar en su primera planta cierto restaurante. El local tiene 70 años de antigüedad y un cartel con un gato nos indica su nombre: “Cocina Occidental Nekoya”. Este restaurante parece completamente normal durante casi toda la semana, pero los sábados abre de forma exclusiva para unos clientes muy particulares. Durante esas horas de los sábados, puertas desde varios mundos paralelos se abren en el restaurante y permiten que clientes de todo tipo de razas y culturas accedan al lugar. Este “Restaurante a Otro Mundo” y su comida son un encanto exótico para estos clientes tan particulares. Una tierna historia de encuentros únicos en la vida entre nuestra realidad y otro mundo, entre los clientes del restaurante y quienes lo regentan, y de la comida que comparten entre ellos.
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